
El objetivo es develar la verdad, y a través de extensos interrogatorios interpelan a los sospechosos, confrontan sus versiones y sentencian, en forma intermitente, quién es el loco y quién es el dueño de la verdad.
El alcalde, su mujer, su hija y los Sirelli se desviven por comprender cuál es la situación, por saber quién miente y por qué. La aparición de Cini Lamoglia, un famoso periodista de la ciudad, parece traer la solución definitiva, pero esta figura también cae en el desconcierto. La falta de pruebas concretas que determinen cuál es la verdad desespera a los personajes, que no dudan en juzgar y destrozar psicológicamente a los acusados con tal de saciar su afán de conocer la realidad.
En medio de esta comedia llena de humor, en la que las acciones se suceden, los diálogos se interrumpen y la tensión nunca cesa, Pirandello incluyó un personaje que pretende calmar la locura generada al entrometerse en la vida ajena. Lamberto Laudisi, cuñado del alcalde, es la figura principal en la obra, a través suyo se expresa la postura del autor y se hace un planteo filosófico: la realidad es diferente para cada individuo, todo depende de su percepción.
Lamberto se diferencia desde lo estético, viste un traje informal blanco que contrasta con la seriedad de los otros personajes (los hombres en trajes oscuros, las mujeres en vestidos entallados y tacos altos), pero también desde su discurso. Para él no existe la verdad única y perfecta, toda realidad es relativa. Lo que uno ve y toca es lo verdadero, sin importar lo que otros puedan creer.
Su intento de hacerle comprender a los personajes que cada persona posee una verdad individual queda inconcluso, porque su familia lo trata como si desvariara y lo relega a observar desde lejos. Sin embargo, en el final, su voz es reivindicada.
La señora Ponza aparece entre sollozos para por fin develar el misterio. Ella es la prueba de la verdad, la única que puede determinar de donde proviene la locura; pero para sorpresa de todos su declaración es tan ambigua como la realidad que la rodea. “Soy quien ustedes quieran que sea”, afirma. Y deja el final librado a la interpretación personal.
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