Una decisión reflexionada

Las últimas elecciones fueron en septiembre de 2005 y se votó para renovar las dos cámaras del Congreso Nacional.
Ese día estuve tomando cerveza hasta las nueve de la mañana. Volví a mi casa, dormí y me desperté a las cinco de la tarde con una merecida resaca.
A las seis menos cuarto entré al cuarto oscuro y voté por la lista que encabezaba Norberto La Porta. El socialista no llegó a ocupar la banca como diputado nacional, quedó cuarto detrás de Macri, Carrió y Bielsa y en abril de este año falleció.

Esta vez hay que votar para Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y es la segunda vez que me toca elegir este cargo. En el 2003 lo voté a Ibarra y después lo destituyeron.

Mis decisiones electorales no llegaron a buen puerto. Pero tampoco voto con intenciones triunfalistas.
Creo en la democracia representativa, pero no siento que ninguna de las posibilidades vigentes me represente.
La política me ha decepcionado.

En estas elecciones, esperó repetir la experiencia del 2005 y tomar un poco de alcohol a pesar de la veda, para después concurrir a la mesa que me corresponde e impugnar mi voto.