18.2.09

Libros

Leer es uno de los placeres mundanos que más disfruto, y el último hábito saludable que adquirí.
Es tan así que explorar librerías se convirtió en costumbre y oler las páginas de cada ejemplar en necesidad.
El libro es un objeto fetiche, sin duda. Por eso los cuido y me apropio de ellos, tanto que cuando leo uno prestado tardo siglos en devolverlo.

Podría llevar la cuestión hacia el lado de las exageraciones y decir que los libros son sagrados, porque para mi su valor excede lo terrenal, lo material y hasta diría lo intelectual. No todos, pero muchos de los libros que recorro con mi mirada se convierten en parte de mi y cada vez que termino uno hay una sensascón dual: pérdida y enriquecimiento.
Por eso cuando el lunes, caminando por la bajada de Federico Lacroze hacia Luis María Campos, M me señaló la pilota de libros desparramada en el suelo, el corazón se me estrujó y no pude más que coincidir con la mujer que los levantaba y anunciaba que los iba a donar mientras repetía sin cesar “es un crimen tirarlos”.
Sin embargo, más allá del escozor causado por semejante acto profano, nos tomamos un rato para examinar los títulos y elegir un par entre el montón. Yo me llevé dos clásicos, M, rarezas.
El resto los levantó una cartonera, seguro los convierte en plata para comer. Es lo que la lógica indica que haga, pero no deja de ser una pena.


“la necesidad tiene cara de hereje”

3 comentarios:

youth dijo...

Me hiciste acordar una canción de Javiera Mena que se llama "La comida es lo primero, la moral viene después". Igual, tendría más sentido si en lugar de "moral" diría "cultura". Ja!

Saludos!

luc dijo...

Uh, Javiera Mena...está pendiente en mi lista de descargas.
Sería preciso si dijera "cultura", claro...peor "moral" también aplica. Digamos que la falta de educación es un problema moral, no? (Carrafiello dixit :P)

Anónimo dijo...

"pérdida y enriquecimiento", muy buena descripción.