22.1.07

Carroña (Tragedia Campal)

El granizo y el frío polar de Buenos Aires no bastaron para que La Bitácora se quedara en casa. En la intimidad del Teatro del Artefacto descubrimos la Carroña.

El miércoles, después de la lluvia de hielo, nos calzamos el piloto y el casco y fuimos al barrio de Balvanera, más precisamente a Sarandí e Independencia. El viento pegaba fuerte y arrastraba las ramas caídas por la tormenta, pero nosotros, estoicos, cumplimos con nuestro deber. Nos esperaban en el Teatro del Artefacto, que dirige Raúl Serrano, para ver el estreno de Carroña, una obra escrita por Rodrigo Lussich quién además de ser el autor, es uno de los protagonistas de la pieza. El elenco lo completan Ana Federik y Piero Anselmi. Los tres actores conforman el grupo de teatro Los Hijos del Patrón que ya, entre 2004 y 2005, realizó “Morir Tres Veces”.

Cuando llegamos, nos recibieron con unos canapé y una copa de vino. Luego de subir una empinada, y estrecha escalera, y atravesar un angosto pasillo, nos encontramos en la sala. Se veía un escenario pequeño sobre un tablado de madera, una escenografía que representaba una cocina y un comedor. Las butacas en forma de gradas permitían una perspectiva diferente desde la altura. Antes de que todo comience los actores caminaban por la sala, entraban y salían de los camarines, daban notas, posaban para las fotos y se alentaban mutuamente para un estreno exitoso. El nerviosismo podía percibirse.

La sala se oscureció y comenzó la tragedia campal. La acción se desarrollaba en la estancia en una noche de tormenta. En tiempo real, la historia mostraba el reencuentro de dos hermanos mellizos, Diego (Piero Anselmi) y Mauricio (Rodrigo Lussich) , que después de diez años volvían para aguardar la muerte de su padre, que desde hacía años yacía en un catre y les procuraba una suculenta herencia.

Para enriquecer el conflicto apareció en escena Lucia (Ana Federik) , una peona que se disputaban los hermanos en su adolescencia y que se había convertido en una heredera más, tras haberse casado con el padre de los mellizos. Entre los tres trataron de descifrar la clave para acceder al legado, llenando la historia de engaños y alianzas, y haciendo un raconto de los hechos pasados que derivaron en la distancia entre los hermanos.

A pesar del gran trabajo realizado por los actores para la caracterización de los personajes - especialmente Diego que en su composición es un borrachín melancólico, que tiembla todo el tiempo y que no puede pronunciar bien – la obra cae en el absurdo. Una buena idea, con buenas interpretaciones que intenta hacer guiños con la actualidad y termina agotando los recursos de suspenso. Una supuesta muerte tras otra, un engaño seguido de alguna artimaña, que no logran ni la sonrisa ni la sorpresa del espectador.

Publicado en revista "El Bondi" - Julio 2006

No hay comentarios.: