10.8.07

Al final es viernes

Algunas veces simplemente me pasa que no sé por dónde arrancar, que no sé bien que quiero hacer, ni cómo hacer lo que quiero hacer.
Entonces agarro la agenda, la lleno de ítems que debo cumplir, me armo cronogramas, pongo plazos y cuando voy tachando las líneas de dicha lista me invento un falso sentimiento de satisfacción.
También me pasa que como no puedo ordenar un sola idea, ordeno el placard. Acomodo la ropa por colores, selecciono lo que está para regalar, ordeno archivos en la compu, borro la basura y me armo catálogos de música, libros, etc.
Internamente, y con mucha ingenuidad, creo que cuando termine las tareas de la lista la vida va a ser mucho más simple, como sí sabiendo dónde está el disco de Smashing Pumpkins los problemas se resolvieran.
El mayor problema de ordenar es encontrarte con recuerdos que querías dejar bajo llave, abajo de la cama, en el fondo del cajón. Y de pronto te cambia el semblante, y no es tristeza, y no es angustia. Son un poco de ganas de llorar y de estar callada y escuchar a los beatles. Y de leer y perderme en las páginas de un libro, en un país lejano, en otro tiempo, en otro mundo. Y después despertarme con la energía renovada, ponerme las botas, un poco de maquillaje y salir.
Al final, hoy es viernes.

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