Construyendo independencia

La reciente mudanza de C a mi habitación provocó una reestructuración forzada en mi cerebro y en el ordenamiento de todos mis objetos personales.
Para esta espectacular tarea fue necesario realizar un exhaustivo proceso de selección entre basura y "cosas guardables". Era fundamental hacer lugar en placards, estantes, cajones y todo hueco y/o recoveco utilizable del dormitorio, por lo cual el criterio seleccionador debía ser muy ajustado.
Después de desprenderme de algunas reliquias y de algunos otros tantos cachivaches obsoletos, inservibles e inútiles siguió la parte práctica de la cuestión: darle nuevo lugar a todo artefacto u objeto que obstruía la instalación del elemento más preciado en un recinto habitacional destinado al descanso y la renovación de la energía, LA CAMA.
Para que el puente de pino y tornillos que se posiciona en forma de L sobre mi cama cupiera fue preciso sacar estantes, mover una mesa, el escritorio y otros muebles, y luego volver a acomodarlos.
En mi pequeña mente estas tareas requerían la esencial ayuda de algún ejemplar del sexo masculino (lease padre o hermano) o en su defecto la de alguna fémina con agallas dispuesta a arremangarse y darle a la agujereadora, el destornillador y la llave francesa.
Mi alegato para promover esta situación y cierto enojo al no recibir la ayuda solicitada era simplemente no saber cómo hacer dicha labor. Pero la vida es así, la ignorancia no es excusa, ante su presencia hay que arremeter con ingenio y valentía.
Así fue que tomé el taladro y lo empuñé, con temor al principio pero con cierta pericia al final, y me metí dentro de la pared con una mecha de 6 logrando una conquista en el camino hacia la libertad.
Ahora ya saben: escribo, saco fotos, intento ser productora de radio y además sé agujerear paredes.