8.1.09

El abandono

El abandono no se da por generación espontánea, no sucede de un día para el otro. Es una acción progresiva que ocurre en el inconciente, no es racional. Pasa sin que nos demos cuenta, sin que lleguemos a percibirlo hasta que ya es demasiado tarde. 
En este proceso, sumamos excusas para dejar eso que alguna vez nos entusiasmó: primero acusamos falta de tiempo, después cansancio y al final, cuando empezamos a notar la actitud abandónica, la ausencia de ideas atenta contra cualquier intento de reavivar el interés.
Entonces miramos nuestra obra abandonada por la desidia y pensamos “otro proyecto más que no culmina, otro camino que se trunca sin llegar a ninguna parte”. Y allí se nos plantea el problema del abandono: porque abandonar no es huir, no es dejar las cosas en un estado determinado sin previo aviso, no es cavilar cuidadosamente sobre los pro y los contra de la cuestión. El abandono no se piensa, sucede. Y siempre nos agarra desprevenidos.
Un día nos despertamos y descubrimos que ya pasaron varios meses desde el último post; vemos a la cámara de fotos reposar plácidamente en el estante de la biblioteca, juntando polvo y oxidándose por la falta de uso; el bongo del viaje de hace tres años que nunca aprendimos a tocar o la pila de revistas que llegaron por suscripción y jamás terminamos de leer. 
Un parpadeo, una fugaz recorrida por la habitación revela que nos estamos abandonando desde hace tiempo, que cada vez que decimos “mañana” o “la semana que viene” una chispa se apaga y con cada una se va un pedazo de esa idea inicial, de ese proyecto y con esos trozos que en algún momento fueron un todo y que podrían haber sido mucho más, nos vamos nosotros, desaparecemos porque desaparecen los destellos de algo que soñamos. Y lo que aterra de ese lento desvanecimiento es la impotencia de no poder volver atrás y la sensación de que el tiempo actual no va a alcanzar para recuperar lo que se fue con el abandono.
La buena noticia es que algunas cosas se pueden recuperar. Es cuestión de tomar la decisión. Aunque el peligro del abandono esta latente siempre y nada se puede hacer para advertir su estallido. Cuando lo notemos, será demasiado tarde.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Leí exactamento lo que sentí varias veces, lo que siento muchas otras. Qué hermoso que escribis
te quiero mucho
fani