Fontanarrosa nos pinta como argentinos, Coco Sily, Daniel Araoz, Jean Pierre Noher y Roly Serrano nos cuentan historias cotidianas. Te ves ahí, reflejado en el prejuicioso, en el desentendido, en el que putea.
Aryentains II es la segunda parte de un retrato teatral de “la Argentinidad”, como diría Bersuit. Cuentos adaptados del libro “El Rey de la Milonga” del dibujante rosarino Roberto Fontanarrosa, muestran lo que no queremos admitir. Seis pequeños relatos que desde la risa critican nuestros peores defectos como sociedad, sacando a la luz, que aquello que nos molesta de nosotros es lo que nos hace argentos. “Este es un país divino divino, siempre y cuando no seas argentino” cantan los actores entre cuadro y cuadro.
El aguantadero después del asalto, el jefe herido, una bala por sacar. El punga chileno entra en acción – interpretado por Roly Serrano – y no sólo saca la bala, sino que se roba el botín. El prejuicio ante el extranjero está presente y termina por confirmarse.
En tres oportunidades nos encontramos con el tío Julio(Coco Sily) y Alfredito (Jean Pierre Noher), su sobrino. Tanto en la calle, como en el hospital o el aeropuerto vemos escenas de arrebato por parte del tío, de furia incontrolable ante pequeñeces, que al solucionarse le dejan una profunda calma y respeto frente a quienes lo agraviaron. El sobrino siempre apartado, temeroso de la ira del adulto, al final opta por aislarse escuchando música mientras se desata la pelea.
Otro relato nos remite al tango, el rey de la milonga – Daniel Araoz - se pasea por el salón frente al doctor que lo “operó a traición” de las hemorroides, haciendo alarde de su reinado. Lo músicos, en el bandoneón un tartamudo, en la guitarra un gangoso, intentan ponerle ritmo a las historias que el tanguero cuenta.
Por último, viajamos en el tiempo a épocas de enfrentamientos patrióticos. El General Cornejo, un héroe perdido en la historia que “jamás en la puta vida saldrá en el Billiken”, Samudio, su fiel compañero y las presiones de Buenos Aires, a cargo de Saavedra y Arredondo.
La risa del público, y la de los propios actores se mezclan y se contagian creando un clima de complicidad, como diciendo “Somos así, que se la va a hacer...riámonos”
Publicado en revista "El Bondi" - abril 2006
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