6.3.07

Actualidad

Hagamos un pequeño racconto sobre el último mes de mi vida; desde que volví de mis ansiadas y merecidas vacaciones todo a mi alrededor comenzó a cambiar.
En principio cambié mis lentes, si bien no es muy importante, mis ojos me lo agradecen (y el espejo también, porque son más cool); después cambiaron mis funciones en el trabajo: de ser telefonista / recepcionista / encargada de stock / encarga de la caja / soporte técnico pase a ser "preventista". Ustedes se preguntarán que significa eso, pues bien, les cuento: se trata de una persona que camina un montón de cuadras en barrios que nunca había pisado antes recorriendo comercios para ofrecer un producto en particular a personas que no tienen ganas de que vayas a molestar y que encima le pidas datos para llamarlo en otra oportunidad. Sí, un embole!
A pesar de que salir a la calle no me agradaba mucho, era trabajo y había que hacerlo. Pero mi jefe no pensó lo mismo y me saco ese peso de encima: me echó. Este fue el cambio más significativo hasta el momento, lo que no imaginé fueron las consecuencias que mi despido iba traer.
Para ser sincera, ya estaba re podrida de laburar ahí, pero la situación no estaba para renunciar y quedarme sin nada, por eso el despido fue bastante sorpresivo e inconveniente, teniendo en cuenta que en quince días empiezan las clases y hay gastos fijos que mantener.
La cuestión es que, además de echarme, no me pagaron lo que me correspondía por haber trabajado dos años, sino que me dieron una parte basándose en los últimos cinco meses (tiempo que estuve en blanco). Esta hermosa situación hizo que los humos comenzaran a brotar por mi cuerpo junto con una acumulación de bronca que se había estancado hace rato por la necesidad de cobrar todos los meses, entonces fui a ver un abogado, y eso era algo que nunca pensé que me iba pasar. De repente mi alrededor empezó a llenarse de palabras que creía muy lejanas: telegrama de despido, carta documentos, indemnización, audiencia de conciliación, testigos, demanda, acciones legales. Y ahora no queda otra que meterse en un embrollo legal para que se haga “un poco de justicia”.
Igual, lo urgente ahora es conseguir algún laburito para zafar los gastos grandes y no ser un peso en casa...auque el panorama no está muy bueno que digamos. Salir a buscar trabajo es algo horrible, ir a venderte sin saber qué tipo de laburo es, qué plata te ofrecen ni cuales son los horarios. Perder plata y tiempo recorriendo lugares y dejando CV sabiendo que de la mayoría no te van a llamar o que te van a ofrecer una miseria por un montón de horas.
Pero bueno, nuestros funcionarios están contentos porque le índice de desocupación ha bajado, así que tendré que ser optimista y seguir comprando el diario todos los días para ver en que laburo de mierda me toman esta vez.

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