24.3.07

Vivir sin agua (caliente)

Desde hace 14 años vivo en el mismo edificio, una torre de veinte pisos en el límite entre Belgrano y Colegiales, bien ubicada, cerca de la Avenida Cabildo y del Subte línea D. En este tiempo hubo pocos inconvenientes en cuanto a la prestación de los servicios; habrá habido tres cortes de luz y los de agua sólo fueron para limpiar los tanques, y duraron como máximo un día. Pero esta vez las cosas son distintas; así como cambió la administración del edificio, se decidió que había que cambiar los termotanques. No sé cuanto saben ustedes sobre el tema, yo no sabía nada, pero parece que la única manera de realizar esto es entrando las partes por separado y armarlos dentro del sótano donde quedarán instalados. Esto implica que por un tiempo los propietarios e inquilinos no podrán gozar del servicio de agua caliente. ¿Por cuánto tiempo?, es la pregunta del millón: 11 días.
EH!!!! ¿Y se supone que por durante ese tiempo tendremos que bañarnos con agua fría o ir apestando por las calles cual indigentes? La respuesta es: "SÍ!"

Primer día: internamente pensaba que el hecho de tener que usar agua fría para higienizarse no era algo terrible, más teniendo en cuenta que todavía perduran las altas temperaturas, por lo tanto no esperaba un gran sufrimiento, hasta que hice la prueba. Cuando osé a colocarme directamente debajo de la lluvia de agua sentí un escalofrío por todo el cuerpo, el temblequeo se extendía desde la punta del dedo gordo hasta la raíz del cuero cabelludo y era difícil resistir. Era casi como una tortura china! Y lo peor es que una vez iniciado el proceso, no se podía interrumpir, porque la idea de salir con el pelo mojado pero no limpio y el cuerpo a medio enjabonar sólo por no soportar el frío no entraba en las posibilidades.
Ahí empezó a rondar el pensamiento de vivir apestada durante los siguientes 10 días, que no me entusiasmaba en lo absoluto, pero afortunadamente a un miembro de mi familia se le encendió la lamparita y encontró la solución al problema.

El Remedio: al día siguiente, cuando volví a entrar al baño con la intención de sacarme la mugre, me encontré con un aparatejo colgando de la pared donde está la ducha. A primera vista se veía que era un tanquecito, y de él colgaba una flor de plástico por la que debía salir el agua. Luego de una breve explicación sobre el usó del calefón eléctrico procedí a preparar todo para la ansiada ducha de agua caliente. Abrí la canilla y se empezó a llenar el tanque, cuando tenía agua suficiente(me habían especificado que no podía enchufarse ni con poca agua, ni lleno) agarré el cable, enchufé todo y esperé. Las indicaciones eran claras: "con diez minutos el agua sale tibia, si lo dejas un poco más te podes quemar, pero de última le agregas un poco de agua fría".
Pasado el tiempo indicado, probé el nuevo artefacto. La mejora respecto al día anterior era notable, el agua salía a una temperatura agradable y tolerable, pero sin presión, por lo cual la tarea de enjuagarse, tanto el cuerpo como el pelo, fue ardua. Esa flor de plástico no se asemejaba ni en un grado a una ducha normal, pero la tarea de estar limpia se cumplía, la de disfrutar de una baño caliente, no.
Con el tercer día de esta experiencia higiénica la cosa siguió mejorando, en vez de utilizar la inservible flor, dejamos al calefón con un simple caño de plástico negro por el cual salía un poco más de agua, al menos ayudaba para que la tarea del enjuague se más fácil.

Este es el comienzo, aún restan ocho días. Yo me pregunto: ¿Cómo se estarán arreglando mis vecinos?

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